Para quienes estuvieron en el Estadio Bicentenario de La Florida el 25 de noviembre de 2010, queda el recuerdo de uno de los conciertos más potentes que han pasado por el país. Esa noche, Rammstein debutaba frente a 20 mil fanáticos locales con un show de alto voltaje sonoro, pirotecnia a discreción y hasta un lanzallamas manipulado por el vocalista Till Lindemann. Para el guitarrista Richard Kruspe, en cambio, lo que quedó en su memoria de aquella visita fueron las calles y casas santiaguinas, que según cuenta lo llevaron de vuelta a sus días de juventud en la Alemania Oriental de la Guerra Fría.
“Puede sonar loco, pero hubo ciertas cosas de Chile que me recordaron a la RDA (República Democrática Alemana), en el buen sentido lo digo. No es algo que pueda explicar bien, pero me sentí como volviendo a casa”, cuenta el músico a La Tercera instalado en Berlín, desde donde reporta un día especialmente soleado “que tiene a toda la gente muy contenta, porque es inusual acá en esta época”.
Al igual que en la capital alemana, las nubes también se disiparon en el horizonte de Rammstein. Luego de tres años de inactividad, el sexteto de metal industrial volvió a los escenarios la semana pasada, con cuatro recitales en Europa en los que incluso estrenaron nuevo material. Esto, en el marco de una extensa gira mundial que los traerá de vuelta a Santiago el próximo 3 de septiembre, como protagonistas del festival Rockout en el estadio Santa Laura.
¿Fue beneficioso para ustedes este paréntesis de tres años dedicado a otros proyectos?
Para mí la fórmula es bastante simple: todo lo que te hace feliz hace feliz también a la banda. Yo apoyo mucho la idea de que cada uno explore otros proyectos y siga haciendo música, creo firmemente en eso. Algunos lo necesitan, otros no. En mi caso sí lo era, porque era tanto lo que tenía que sacar de mí que estaba generando un desbalance en la banda.
Han pasado siete años desde el último disco de estudio de Rammstein. ¿Pretenden sacar nuevo material en el corto plazo?
Cuando nos volvimos a juntar, el año pasado, la regla que nos impusimos fue que no hubiese reglas. Queríamos ver qué pasaba y salieron algunas cosas, pero sin esa presión que afecta la creatividad. La verdad yo estaba escéptico de la idea de volver a juntarnos pero me he sorprendido, me agrada esta dinámica del grupo. Estamos en un momento en que ya no seguimos más las reglas de la industria, esa lógica de “sacar un disco-salir de gira-sacar otro disco”. Ojalá siga así.
Recientemente se supo de una demanda que interpusieron contra el gobierno alemán por haber censurado ese último álbum, que calificaron de “inmoral”. ¿En qué está ese proceso?
La demanda en realidad es de hace varios años, pero recién se supo públicamente, aunque aún no hay veredicto. La idea detrás de esto no es más que dar un ejemplo, en cierta forma, sentar un precedente, por algo que no tiene que ver con el dinero sino con los derechos, con la libertad de los artistas para hablar de determinados temas, algo a lo que ningún gobierno se debería oponer.
En ese sentido, ¿se consideran como una de las últimas bandas de rock que aún buscan provocar e impactar al público?
Eso es algo que nos sale naturalmente, no es algo que nos imponemos. Mucha gente piensa que por ser alemanes tenemos todo planificado, pero en realidad intentamos no hacerlo. Lo que sí creo es que somos una de las últimas bandas de rock que aspira a llegar al gran público. En esta época la gente no sigue a un solo grupo, se queda con veinte, porque la música es muy barata y hay acceso a todo. Por lo mismo, sabemos que cada vez que mostramos algo nuevo tenemos que superarnos, y no es tan fácil.